Todo su cuerpo le decía que saliera de ahí, que no entrara en la caverna, pero aunque el hambre y la sed era mucha lo que Elena no podía dejar era que su familia muriera ahí.
Con la yesca prendió el fuego y lo utilizo para prender la daga uso el don que su padre le había enseñado para tomar el fuego y alimentarlo, y comenzó a descender por el camino. Tenía que encontrar agua dulce, o lo que quedaba de su pueblo moriría en ese lugar.
Con cada paso que daba el agua parecía subir, llegando hasta sus rodillas, siguió caminando impulsada por la sed, y la seguridad de que ahí podía encontrar agua, así lo había soñado.
-Elena
Escucho su nombre, el tono de voz le recordó a su padre
-Hola?, hay alguien ahí? –Dijo mientras seguía avanzando por el camino
-Elena
-Quien está ahí? –Dijo nuevamente, cuando llego a una apertura que desembocaba en una enorme habitación tenuemente iluminada por cientos de piedras que brillaban con un tono azulado.
-Elena, te estaba esperando
De la zona de la habitación que se encontraba llena de agua apareció una monstruosa criatura. Elena tomo parte del fuego de la daga con su mano izquierda y se puso en posición defensiva, estaba demasiado agotada y sedienta pero si iba a morir hoy lo haría peleando.
-No, tengo intención de lastimarte, Elena, a ti ni al resto de los que llegaron contigo.
-Como sabes mi nombre -Dijo Elena sin dejar la posición defensiva.
-Porque toda tu gente lo repite constantemente todo el tiempo en cada pensamiento, en cada plegaria, ponen su vida en tus manos.
-Cómo puedes saber eso? –Dijo Elena, apagando el fuego de su mano izquierda y dejando la posición defensiva.
-Los pensamientos de los humanos son caóticos, desordenados, pura corrupción
-Qué? Como sabias que iba a venir?
-Por qué te llamado en tus sueños
-No entiendo que quieres de mi?
-Quiero que tu pueblo viva